lunes, 30 de enero de 2023

¿Los jóvenes están preparados para afrontar la paternidad?

Me gustaría reflexionar sobre el hecho de vivir un embarazo siendo joven. Imagina que tienes 23 años y te conviertes en madre o padre, puede que no sepas cómo afrontarlo, en tu época de estudiante nadie te enseñó, NO recibiste formación reglada para afrontar la paternidad.  

Además, tu corteza prefrontal aún es inmadura y ya tienes a otra persona que depende completamente de ti. Es normal que no sepas qué hacer.  




Tus padres te explicarán cómo lo hicieron ellos contigo y con tus hermanos, pero no tiene por qué funcionarte a ti, ya que cada hijo y el contexto en el que nace es diferente.

La sociedad, hoy en día, presupone que por el hecho de ser padre ya se tiene que saber todo. No es raro escuchar a personas o pediatras diciendo que si los padres esto o los padres aquello, refiriéndose a que la responsabilidad de la crianza del bebé es única y exclusiva de los padres.  

Es cierto que el primer agente socializador de los hijos son los padres, y yo me pregunto si hay que afrontar tal responsabilidad, ¿no sería adecuado recibir formación especializada antes de tener que afrontar esta etapa? 

Es como tener que sacar un 10 en un examen en el que no has estudiado nada o del que no has tenido material para estudiar.

Entonces, ¿qué tipo de formación haría falta aprender y en qué momento?

Mi recomendación iría en la línea de añadir una asignatura o crédito formativo en crianza positiva a partir de los 16 años en la formación reglada. Dicha asignatura debería constar de debates de los distintos estilos de crianza, realización de roleplaying, visionado de vídeos con experiencias positivas y negativas de otros padres y resolución de dudas que los jóvenes pudieran tener.   


Conclusión

Lo único que diferencia a un joven de 23 años con otro de la misma edad con hijos es haber pasado por un embarazo. El conocimiento con el que las dos personas afrontan esa situación es el mismo, al no haber recibido formación en crianza positiva. 

Si no se recibe ninguna formación, lo más probable es que los padres jóvenes repitan patrones mentales de los abuelos. Si tienes la suerte de que tus padres lo hicieron bien contigo aún, pero si se equivocaron, estarás condenado a repetir los mismos errores con tus hijos. Errores que muchas veces tienen consecuencias terribles, como en el siguiente ejemplo: 

En plena postguerra española, siendo tu pequeño, tus padres insistían en que comieras mucho y tú simplemente les hacías caso. Con los años, desarrollaste un mal hábito alimenticio que te provocó obesidad y una actitud en la mesa insana, lo que a menudo te hace sentir mal. 

Ahora siendo mayor te preguntas cuál es el motivo de comer así. Observando como tus padres continúan comiendo en exceso, entiendes qué ha pasado y reflexionas sobre tu conducta en la mesa. Te das cuenta de que ya no estás en la misma época que cuando eras pequeño y tus padres tampoco. Ahí ves claramente que algo no se está haciendo bien.  Es momento de cambiar tus hábitos alimentarios, empieza para ti un proceso personal de cambio positivo de tu conducta.

De este ejemplo puedes extraer la necesidad de desarrollar tu propio criterio ante las diferentes situaciones de la vida en las que te encuentres. Tus padres siempre serán tus padres, pero pueden haberse equivocado en tu educación. 

No te equivoques tú en la de tus hijos, ¡fórmate!

¿Crees que las escuelas de padres funcionan o se debería recibir la formación especializada a partir de los 16 años?

Te leo en los comentarios.


Àngels Rodríguez